jueves, 27 de agosto de 2009

LFC tocando para vos, pero... ¿Tocando qué?

(Los Fabulosos Cadillacs en el estadio Luna Park / 25 de agosto de 2009)

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Las canciones las tienen, las siguen teniendo, y eso no vamos a discutirlo. Y son canciones poderosamente hermosas, y es un placer que las sigan tocando en vivo, poder seguir viéndolos, y ojalá lo hagan por el resto de la vida que les quede vivir. Ahora bien, Los Fabulosos Cadillacs no tienen absolutamente más nada para decir, lo que es un inconveniente para cualquier banda, pero lo es más para una que le dio sustancia a ese subgénero panregional que conocimos como rock latino y que siempre ha puesto fichas en el trabajo de su propia evolución, tanto desde el punto de vista del sonido como del discurso. Los Cadillacs tocando para vos, pero ¿Tocando qué?

-Esas viejas y muy lindas canciones

-Ah, tocando eso.

El show empezó con algunos problemas: la voz, la maravillosa voz de Gabriel Fernández Capello empastada en la pared de sonido de un, dos, tres, siete vientos sobre el escenario. Igual, eso a quién le importa: al ingeniero de sonido, a la mamá del ingeniero de sonido, a quién más puede.

Mejor ecualizados, el concierto siguió su curso profesional y profesional es una palabra mala, muy mala para un punkrocker en banda. Los aspavientos de Rotman en un Luna Park al 75 por ciento se quedaron medio en eso y yo recuerdo cuando Obras, que no se llamaba Pepsi, se vino abajo con el vivo de Matador en el año 1994, y lo recuerdo porque esa misma noche, en Vélez tocaba Whitney Houston y yo no entendía cómo había gente que esa noche había elegido ir al estadio de Vélez. Ahora volvieron a tocar Matador, muy correctamente, demasiado correctamente.

Pero esta no es la crónica de un concierto que respetó todos los límites de velocidad de su propia carretera artística, ni siquiera una crítica que deriva en dos estrellas, tres, tres y ½, por mi pueden ponerle las que quieran. Este es un poco el lamento de alguien a quien unos sujetos con sus instrumentos una vez lo convencieron de que eso que hacían era lo que tenían que seguir haciendo. Recuerdo un aviso de MTV, de esos avisos que inventan los publicistas mientras juegan al ping pong en las salas de ocio creativo: era el elefante dentro de la boa que parece un sombrero y que todos hemos visto a los diez años en El Principito de Antoine Saint Exupéry. Bueno, el aviso decía que ni era sombrero, ni era elefante dentro de boa: eran los Cadillacs que habían sido devorados por una serpiente mientras buscaban nuevos sonidos en la selva.

Yo no sé si en los 90 Cadillacs de verdad habrá ido a la selva a buscar nuevos sonidos, y si fueron, no tengo la certeza de que los hayan encontrado. Lo que sí es indiscutible, es que ese aviso hoy sería ridículo. Los Cadillacs no buscan nada, los Cadillacs no buscan más. Y los afiches ahora son los de Jumbo, que te dice: comprá en nuestros hipermercados por toda esta plata y te podás ganar todas estas entradas para verlos en River: a tu codicia, digo no, digo no, digo no.

Tampoco es que tengan la obligación de seguir con el experimento. En San Francisco debe haber muchas chicas contentas de poder seguir viendo a Creedence Clearwater Revisited, como aquí somos muchos los que nos alegramos de seguir viendo en vivo a Los Cadillacs, y ellos ni siquiera tienen a John Fogerty, y nosotros seguimos teniendo a Vicentico, lo que habla muy bien de John Fogerty.

Okay, es cierto, tampoco hay que ser tan duro. Fue emocionante la versión de Siguiendo la luna que hicieron sobre el final de un concierto sin final, o con final abrupto, sin bises. Y eso paga cualquier entrada de cualquier concierto de cualquier banda que quiera seguir viviendo de cualquiera de sus viejas glorias, sólo que…

martes, 2 de diciembre de 2008

UFlo, se vino la pachanga

(Fiesta de colación de grado de la Universidad de Flores (UFlo) / Alcornoque / sábado 29 de noviembre)
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Afuera, el Palermo Niceto que agrupa a chicos modernos que siguen bandas modernas con el torro de los que tienen entradas para ver a Silvina Garré en El Condado. Y adentro, nosotros, disfrutando de la fiesta que organizaron los flamantes licenciados en Administración de empresas, más un flamante contador, todos recién egresaditos de la Universidad de Flores, la Uflo, loco, la más alta excelencia académica que se consigue en toda la avenida Nazca.
¿Y qué vamos a decir de la fiesta? Lo primero es que para estudiar en la universidad privada, mejor estudiar en San Andrés, en el Instituto Di Tella. No podés ir a una privada barata. O sí, podés, pero corrés muchos riesgos, podés terminar escribiendo un blog sobre eventos, por ejemplo. Y si te metieron una patada en el culo los del Salvador y terminaste en la Kennedy porque tu viejo te rompía las bolas con no perder el año, por lo menos no te reúnas cuando finalmente salís de allí: no hay nada que festejar.
Y lo segundo: agradecer el privilegio de haber asistido a la fiesta con menos onda, la fiesta más chota al norte de la base Marambio. Pero agradecerlo en serio, sin la media vuelta del chiste con pliegues. Agradecer porque una fiesta más o menos hubiera sido algo decididamente más terrible. Esta fiesta, la fiesta de la UFlo, se ubica en otro lugar, un lugar extremo, único: privilegiado. El exacto reverso de un fiestón, que es mucho más interesante que simplemente una buena fiesta. Acá un señor puso las canciones que pone cuando lo contratan de los casamientos y otra cantidad de personas las bailó, tomó una cerveza, hizo trencito con un hit del Puma Rodríguez, se fue al patio a fumar un cigarro, volvió, bailó un rato más presea, dale presea, y se fue a dormir. El animal humano es un ser indescrifrable.
Vayamos a la lista de temas:
-Baby te quiero uo, baby te quiero uó uó.
-Dale a tu cuerpo alegría Macarena
-Sin documentos (con palmas españolas, un ratito, en la intro sobre todo)
-Una de Elvis Crespo
-Próvocamé (conquista mi amor)
-Matador
-Levantando las manos (este ritmo nuevo que traigo para ti)
-Se la llevó el tiburón, el tiburón
-Pasame más tinto se vino la pachanga

Alguien alguna vez va a tener que tomarse el trabajo de explicar qué cosa es Vilma Palma e vampiros: si una banda de rock, si un experimento del Instituto Balseiro. En la fiesta de la UFlo, hubo quienes tenían un calvo bien preparadito a quien señalar para cuando estallara el verso: dale pelado no pares nunca más.
En el centro de la pista, la pareja de la noche. El: camisa manga corta clarita de rayas tenues y bien metida dentro del jean planchado a la raya, zapatitos hush puppies o símil. Ella: carteruli al hombro durante toda la fiesta, media sonrisa durante toda la fiesta, pasito ahí, step base y apretadito, durante toda la fiesta. Ambos: durante toda la fiesta bailando de la manito. Ambos: durante toda la fiesta, mirándose, mirando al resto. Y solos, ambos, durante toda la fiesta, hasta que ya no hubo fiesta. A mi me dan ganas de ir a hablarles, y conocerlos como se conoce la gente en las fiestas de las películas: hola, qué tal, mi nombre es Harry, ¿quieren un poco de cerveza?

Cosas que en una fiesta como esta, no: apagá ese porro, drogadicto de mierda, dónde te creés que estás.
Cosas que en una fiesta como esta, sí: si pedimos un teléfono, es para otro día, en otro momento, ir a tomar un café. ¿Se entendió? Un café, en jarrito, mitad y mitad, capaz que en Janio.

Todo termina tardísimo, como a las cuatro de la mañana. Nos hubiéramos quedado, pero los domingos temprano vamos al Easy.

viernes, 28 de noviembre de 2008

Con la democracia se aplaude

(Festejo corporativo por el Emmy Award 2008 para Televisión por la Identidad / El Garage / 27 de noviembre)
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Y un día Telefé, el canal al que los Vigil le hacían los house organs y cuyas figuras estelares se ganaban con poco la resbalosa tapa de la Tele Clic, se hizo progre bien, progre mal, progre progre. Y el Canal 13, que era todo lo progresista que un canal con el gato Silvestre como analista político se puede permitir ser, pero más que Telefé seguro, enchastró su pantalla con el circo freak de la Tota enamorado. Re lindo.
Son las siete de la tarde, estamos en el Garage, México al 300, otro saloncito de San Telmo a donde llevar brasileños en combis, y vamos a festejar el premio Emmy que Televisión por la identidad se ganó para la Argentina: ¡putos, para todos nosotros se lo ganó, así que más respeto!
En las mesas hay vino blanco asomando de los baldes con hielo y masitas con gelatina de frutilla: los derechos humanos ya no son lo que eran. Y no, no lo son: en los 90, con la Ucedé en el poder, los organismos (se dice así, “los organismos”, y si no decís “los organismos” no sabés nada de derechos humanos) eran un contrapoder. Hoy, el recorrido discursivo pasa primero por Pablo Echarri y después sí, nos conmovemos todos.
¿Lo queremos a Mariano Peluffo? Sí, lo queremos. ¿Y cuando se pone flaquito lo queremos igual? No, cuando se pone flaquito no lo queremos más: nos gusta gordo, riéndose de sí mismo, abrochándose y desabrochándose el botón del saco recto medio como puede, y, desde ya, llamándose como se llama: Peluffo, nadie con ese nombre puede tener enemigos. Como sea, ahí está Peluffo, con cara de ahora no voy a presentar primates sin lenguaje articulado salidos de una casa donde no hay shampoo sino que voy a hablarles de cosas importantes, de cosas de verdad importantes, y nos dice: bienvenidos, es un placer que estén todos aquí. Después manda un trailer donde se ven escenas en la que actores y actrices ganan dinero y capital político haciendo de abuelas que buscan a sus nietos secuestrados, de nietos que buscan una identidad secuestrada: haciendo de lo que hay que hacer si uno llegó al 2008 surfeando la realidad histórica de este país culposo, tilingo, adolescente, pero con cierta conciencia sobre su pasado reciente, una conciencia que no tiene Chile, por citar a un país que nos rompe el culo con el PBI.
Decíamos: vino en balde y masitas de frutilla. Y los medios: Télam, la revista Gente, todos súbitamente amigos. Y los actores: Fernández de Rosa, Betiana Blum a teta batiente. Y la prensa: María Laura Anselmi toda flequillita, eligiendo al periodista de espectáculos con el que se va a pelear mañana porque extraña ser la prensa de Chacho Alvarez y ahora se tiene que arreglar con un Adrián Mouján, un Pablo Procopio, no sale de ahí.
Bueno, ahí se terminó el trailer: lloraríamos si pudiéramos, pero Claudio Villaruel no nos da tiempo y sube echando chispas por los ojos, con el Grammy en la mano, y con él sube Estela Carlotto, y todos los actores, y todas los técnicos, y El Garage estalla en aplausos, porque con la Democracia no se comerá ni se educará ni se curará como nos habían dicho, pero se aplaude de lo lindo. Y que viva la fiesta de la identidad que nos regala Telefé.
Se baja Villaruel. Se baja la Carlotto. Se bajan todos. ¿Y quién sube? Víctor Heredia, que canta algo que nadie escucha demasiado, pero lo canta igual y ya saben cómo es Víctor cuando hay que ponerse importante: nunca una mueca, nunca una camisa hawaiana. Porque hay cosas con las que no se jode.
Nos vamos como nos vamos de los lugares sagrados, con algo de vino encima y pensando en dónde dejamos el auto.

martes, 25 de noviembre de 2008

Te mataré Haidukowski

(Lanzamiento de la editorial erótica Paradoxia y presentación de su primera novela / Te Mataré Ramírez / martes 25 de noviembre)
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Ponele que tenés que organizar la presentación de tu nueva editorial. Ponele que es una editorial especializada en literatura erótica. Ponele que sos creativo y que movés por la zona de Palermo. ¿Que haces?
¿Entregas chupetines con forma de pijitas a los que van llegando? Obvio.
¿Hacés chistes pícaros sobre los chupetines con forma de pijita que ya les entregaste a los que ya llegaron? Obvio.
¿Te ponés un vestido como para que se te vean un poco las tetitas, pero no todas, pero sí un poco, aunque no todas, un poco, hasta ahi, como para que alguien diga: mirá se le ven un poco las tetitas? Obvio.
¿Y para hacer el evento elegís un restó de comida afrodisíaca o que dice que vende comida afrodisíaca, en el caso en que la comida afrodisíaca realmente exista? Obvio. ¿Y ese restó es "Te mataré Ramirez"? Obvio.
Y ya sé, ya sé que más podes hacer: ¿Qué tal si proyectamos peliculas pornos en las paredes? Pero porno porno, con culos y con conchas. Pero pará, ahora te estás yendo a la mierda, que las peliculas sean porno, pero que sean antiguas así no da como que son porno. O sea, es porno, pero no es porno: es porno vintage.
Todo esto para contar una noticia, o dos: que nació Paradoxia, la editorial con que Alejandra Quevedo se quiere hacer un lugar en el mapa de las nuevas pequeñas editoriales de Buenos Aires, y otra la de la publicación inaugural de "Dos días en Venecia", novela de Adrián Haidukowski. Los amigos le dicen Haidu.
¿Y a que no saben en qué restó de comida afrodisíaca se presentó Paradoxia? ¿Y a que no saben qué le daban en la puerta los que iban llegando? ¿Y a que no saben qué clase de vestido tenía puesto Alejandra Quevedo? Y nunca, pero nunca van a adivinar qué clase de peliculas se proyectaban en las paredes.
Durante toda la noche el clima fué de un falsete a medio tono, amable. Y después, algunas malas ideas. Vamos por la primera: ¿Por que un restaurante afrodisíaco, durante la presentación de una novela erótica, le sirve a sus invitados tarta de espinaca y calabaza con una lechuguitas que son presentadas como escarola fina? ¿Por qué, a ver?
Después de cuarenta y cinco minutos, habiendo comprobado que la espinaca sería el unico plato de la noche empecé a chupar la pija de caramelo que me habian dado en la puerta. Era todo lo que habia para comer.
Despues Quevedo leyó algo bastante parecido a prólogo de la novela, en el que un tal Luis Diego Fernández se hace lugar en apenas tres mil caracteres para nombrar tres veces a Georges Bataille, dos a Foucault y una a Stanley Kubrick, Bioy Casares, Jacques Derrida, Nietzsche, Sade, Deleuze, Leibniz... juega en una baldosa, el pibe.
El final estuvo a cargo de un señor pelado con bigote manubrio y un cuerpito importante que, vestido con un baby doll y enfundado en medias de red, leyó un poema o algo que todos dimos por sentado que era un poema.
En un momento, recuerdo, empezó una cuenta que según tuvo la gentileza de avisarnos, daría comienzo a la orgía general en pleno "Te mataré Ramirez". El señor de baby doll y las medias de red dijo uno, dijo dos, dijo diez. Lo que sucedió a continuación fue muy parecido, yo diria que casi igual, a lo que ya venia sucediendo: cuarenta pelondangas escuchando a un pelado trasvestido leyendo algo con un erotismo que al lado de un Class, un Star New, incluso de un Anchorena, nos recuerda a la enciclica Rerum novarum, por decir un encíclica progresista.
Yo le sigo dando al pijorrio por más que haya perdido su forma y ahora se parezca más a un avioncito o a cualquier otra cosa que no lleve el nombre de, ¿pija?
Entre los conocidos no habia conocidos, siempre y cuando uno excluya a Pablo Udenio que pica en punta en el ranking de eventeros en el que este blog ya está trabajando.
Nos fuimos con un libro entre las manos: dos días en Venecia está delicadamente editado, un objeto pequeño y bien trazado que nos hace pensar que tal vez Paradoxia lo puede hacer bien, a pesar de la vulgar y sexista pija voladora que eligieron como logo. El resto, es literatura.